#ElPerúQueQueremos

El Vasa y la crisis en Europa

Publicado: 2013-02-21

Anders Frazén estuvo cerca de cinco años buscando el Vasa. Un buque que se hundió en 1628 frente a la ciudad de Estocolmo. En su momento, el que se suponía sería el gran buque de la marina sueca naufragó mientras una multitud se agolpaba en el puerto de la ciudad nórdica para celebrar su salida al mar. Según la historia oficial el Vasa "despertaba admiración y orgullo entre los estocolmenses", pero lo cierto es que la mayoría de los marineros estaban mal pagados y con su sueldo apenas podían pagar una jarra de vino en la tasca de algún puerto de mala reputación. La diferencia salarial entre un marino normal y un capitán no era menor: el primero cobraba unos 57 'riksdaler' al año, el segundo 457. Era tal el desfase económico que muchos marinos suecos preferían embarcarse en Holanda o Dinamarca donde el pecunio era mayor. Cuando el Vasa -con una longitud de proa a popa de 47,5 metros y una altura máxima de 11,7- se hundió, el rey Gustavo II Adolfo se encontraba de visita protocolaria en Prusia cazando y disfrutando de bailes y ágapes.

Las investigaciones sobre el naufragio apuntaron, entre otros posibles motivos, al estado de embriaguez de los marinos. Extremo desementido por el capitán del buque Söfring Hansson: "Juro por Dios todopoderoso que nadie abordo estaba borracho". Sin apenas dinero, aquel domingo de agosto del siglo XVII el último escalón de la tropa no tenía para fiestas ni resacas. Argumento indiscutible incluso para la oficialidad.

El 13 de septiembre de 1956 el diario vespertino Expressen anunció el posible hallazgo de un resto del barco. Durante más de 300 años el buque y el medio centenar de marinos muertos habían naufragado en el olvido. Sólo un ciudadano anónimo, Anders Franzén, había intentado encontrar los restos de un barco que se había construido con todo tipo de lujos para pasar a la historia. Tras un lustro sacando lavadoras, bicicletas y mierdas varias del fondo del mar, lanzó en un punto de la costa de Estocolmo un tubo-sonda autoconstruido que le devolvió un trozo de roble ennegrecido. Lo atribuyó al Vasa y acertó. A partir de ahí todo fueron esfuerzos para sacar un buque que ahora se expone en un impresionante museo y que sirve como arqueología social de un tiempo.

En Estocolmo no es difícil estos días encontrarse con españoles que han venido a buscarse la vida. Antonio es de Cádiz (España), donde cuenta "la derecha nos ha jodido vivos" y "donde estamos acostumbrados a vivir en crisis". La vida es tan traicionera, que a él y sus colegas les fueron quitando los pocos tesoros que tenían. Si algo le duele es que las barbacoas que se organizaban en la playa tras el trofeo Carranza de fútbol las ha prohibido el Ayuntamiento. Las diversiones de la plebe casan mal con los sobres, las sortijas y el ladrillo de plata que azotan la península ibérica.

En Suecia, cuenta, tiene garantías sociales y 'privilegios' como pagar muchos impuestos para luego tener baja de maternidad y paternidad asegurada por un mínimo de 15 meses. Donde si tu hijo se pone malo en el trabajo te dicen que no te preocupes por venir o que si prefieres puedes trabajar en casa. También donde si quieres practicar un deporte tienes todas las facilidades, sea el que sea, para hacerlo. Sin pasar por caja de subcontratas con pocos escrúpulos. Él juega en un equipo de emigrantes uruguayos donde el trofeo más preciado es la candonga y los asados posteriores a la práctica deportiva. Nadie les prohibe hacerlo.

En Estocolmo también me he encontrado con Javier. Vino hace 23 años desde Lima. Es músico, pintor y los jueves juega al fútbol con Antonio en el equipo de los uruguayos. “Perú ha cambiado mucho en estos 23 años” dice. Él iba para París tras los pasos de Rayuela, pero el amor le dejó en Estocolmo. “Aquí se vive bien y hay muy buena relación entre la comunidad latinoamericana”.

Claro que Suecia tampoco es el paraíso. El Estado de bienestar se construyó por una generación que ahora intuye cierto abismo, porque hay sectores que eso de pagar impuestos para que se aprovechen las mayorías no les hace ni pito de gracia. Pero entre esas mayorías ya habita gentes de 51 nacionalidades diferentes, muchos de ellos llegados tras el exilio obligatorio al que les forzaron aquellos que de mayorías sociales no entienden. Primero fueron chilenos y argentinos, luego somalíes y etíopes, hoy kurdos, sirios o palestinos. Aquí algunos mueven el racismo como en otros lugares agitan otras ramas.

Es probable que si el Vasa tuviera que partir hoy de algún puerto de Europa sería precisamente del de Cádiz. En la bahía saben bien lo que es la diferencia salarial o la estigmatización, la tasa de desempleo juvenil ronda el 64%. Mientras tanto el rey de España caza elefantes y la plebe que protesta son 'antisistemas'. Al barco que se hunde habrá que hacerle un portentoso estudio de arqueología social dentro de unos años. No estará Anders Frazén con su anzuelo, pero cabe la posibilidad que el estudio sea una obra colectiva de lo que no volverá a pasar.

Reflexiones que se me ocurren en Estocolmo, donde el paro en la población activa apenas llega al 5% y donde la atención sanitaria, la educación o la prestación al desempleo están garantizadas. Para todo el mundo. Sin distinción. No como hace 300 años.


Escrito por

Jacobo Rivero

Periodista. Autor de 'Altísimo. Un viaje con Fernando Romay' y 'El Ritmo de la Cancha'. Otros en preparación. Voy donde puedo.


Publicado en